miércoles, 9 de julio de 2014

#110 ESTABA LLEGANDO A LA CIMA



Estaba llegando a la cima. La ascensión había sido lenta, con algún contratiempo, dificultades en los campos base, alguno grave. Pero continué la marcha. Me había puesto una meta, y era esa ascensión, la culminación a años de preparación y esfuerzo. Había algo que me preocupaba, la nieve poco compacta bajo mis pies me hacía sentir frágil e inestable. La hora era la adecuada, pero las temperaturas habían subido más de lo previsto. ¿Irresponsabilidad? Quizás, no creo. ¿Imprevisión? Seguro. Miré de reojo de nuevo la cumbre. Ahí estaba, reluciente bajo su manto blanco la meta me saludaba, nada más bello que una cima nevada, perfecta, sí, la contemplaba impasible, por fin llegaba…

De pronto ocurrió todo. Una gran lengua blanca me despertó de mi letargo. Ya no había cima ni cielo. Cuando fui consciente de la realidad era tarde. Sólo pude observar cómo iba a ser engullido por la belleza rebelada, a punto estuve de alcanzar la meta, cómo la toqué con la punta de los dedos. Y de pronto… nada.



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