miércoles, 4 de junio de 2014

#105 LIFE JUST HAPPENS



Los flashes le hacían cerrar los ojos. Y entre los aplausos y la emoción las lágrimas buscaban hueco para salir. Tres horas antes nada de esto se hubiera podido presagiar.

Clara se había clasificado para la final de jóvenes diseñadores con un vestido desenfadado en el que había puesto tanta ilusión como horas le había echado. Los colores pardos apenas habían destacado bajo el flexo de su mesa de trabajo. En casa los patrones estaban tirados por el suelo, los retales colgando de los pomos y la vieja máquina de coser de su abuela siempre lista sobre la mesa. Cuando entró en la escuela de diseño sus padres le ofrecieron comprarle una máquina de coser nueva. De esas modernas en las que las bobinas se mueven acompasadamente al ritmo del motor. Pero ella la rechazó. Había aprendido a amar este oficio en la sastrería de Mada, su abuela, con la que pasó tardes enteras entre telas, hilos, agujas y dedales en el pequeño local que regentaba cerca de la glorieta de Bilbao. Cuando su abuela ya no estaba en condiciones de seguir cosiendo y tuvo que cerrar la sastrería primero y trasladarse a vivir con ellos después, le dejo a su nieta como legado la máquina de coser, y desde entonces no había utilizado otra en casa.

Los diseños en papel habían gustado al jurado y las fotos que acompañaban a éstos con el vestido terminado sobre un maniquí hicieron el resto. Era una de las diez finalistas del certamen de jóvenes creadores que se fallaría en la siguiente edición de la pasarela Cibeles.

El día del certamen se trasladó temprano al parque del Retiro donde tendría lugar el evento, dio los últimos retoques al vestido basándose en las medidas de la modelo que le habían asignado y que aunque aún no estaba por allí, con los datos que tenía, lo dejaría listo para la prueba. Pero la modelo no llegaba. De hecho no llegó. Cuando quedaban veinte minutos para la gran prueba la organización le asignó otra chica que, si bien morfológicamente era parecida, no llegaba a la estatura de la prevista. Los nervios empezaban a poder con Clara mientras pedía a la modelo unos giros aquí y otros allá. Y fue al dar el primer paso, a falta de cinco minutos para el inicio, cuando un traspié dio con la chica en el suelo y el vestido desgarrado desde el hombro hasta la cintura. Clara no podía creerlo. Su gran oportunidad convertida en jirones.

Entonces apareció en el back stage su abuela Mada como una aparición y abrazó a Clara por detrás. Algo le susurró al oído antes de que ambas le quitaran el vestido a la modelo, se fueran a un rincón y, lejos de la vista de los demás concursantes y sus respectivas modelos, se inclinaran sobre la maltrecha creación de Clara.

Las primeras modelos empezaron a desfilar. Se oían aplausos. Diez minutos después la modelo de Clara se había vestido con la segunda versión del vestido. Si la primera era desenfadada ésta era atrevida, alegre, fresca y llena de telas sueltas que volarían a su paso por la pasarela. Y así fue. Erguida como ellas sólo saben hacerlo, con esos pasos cruzados y el vaivén de los brazos, la modelo paseó el vestido de Clara por la pasarela Cibeles. El jurado miró atónito el modelo, para volver a fijarse en los bocetos sobre papel que le había entregado la organización. Era el mismo pero con un giro sorprendente, lleno de imaginación, con unos colores pardos que extrañamente brillaban más que cualquier otro tono vivo. El asombro se convirtió en admiración. Y la admiración en aprobación. Y aplausos.

Cuando nombraron a Clara vencedora del concurso de jóvenes diseñadores, ella estaba cogida de las manos de Mada, la que le había enseñado todo, la que le había regalado su máquina de coser, la que le enseñó a amar este oficio. Y como no podía ser de otra manera salió con su abuela a recoger el premio sobre la pasarela, una beca para la prestigiosa École de Haute Couture de París.  


Los flashes le hacían cerrar los ojos. Y entre los aplausos y la emoción las lágrimas buscaban hueco para salir. Clara se encogía mientras agarraba su camiseta. En ella una frase rezaba “Life just happens”.

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