martes, 13 de mayo de 2014

#102 Y COMIERON PERDICES



La noche que se conocieron, al abrigo de la oscuridad y empujados por el alcohol que aún seguían tomando, se besaron por primera vez. Y por segunda. Y por tercera. Habían salido con compañeros de trabajo. ¿O tal vez solos? ¿O no fue por la noche? Comenzaron una relación normal, convencional. Cada uno seguía viviendo en su casa y se veían algunas tardes. Los fines de semana los pasaban juntos en casa de él, porque ella aún vivía con sus padres. Procuraban coincidir en sus vacaciones o días libres y salir de la ciudad a conocer otros sitios o presentarse a amigos de otros lugares. Y eran felices así.

Con el tiempo se alquilaron un piso juntos y compraron un perro. ¿O fue un gato? ¿O un canario? Radiaban alegría porque tenían tantas cosas en común que ni ellos mismos lo creían. Así que el tiempo les llevó a comprometerse y se casaron a lo grande, en una iglesia preciosa con muchas flores, muchos invitados y mucha comida para agasajarlos. ¿O fue una boda civil? ¿O simplemente se hicieron pareja de hecho? Sus familias estaban también felices viendo felices a sus hijos. Familias normales, por otra parte.

En el trabajo les iba a ambos de maravilla en términos generales. Ella cambió de empresa para embarcarse en su propia aventura con éxito. Tuvieron un hijo. ¿O fueron dos? ¿O decidieron que no querían descendencia?

Un día él le contó a ella que tuvo un lío con una compañera. ¿Qué importaba quién había sido? ¿O fue tal vez ella la que se lió con su socio? ¿O simplemente hubo un ataque de celos por una de las partes o ambas?

La separación fue dolorosa, desastrosa, violenta, traicionera, con gritos, con insultos, con amenazas, con reproches. Todo normal y previsible.


Y siguieron con sus vidas, fueron otra vez felices y… ¿O…?

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