martes, 16 de julio de 2013

#60 COSAS SENCILLAS



Entrar o no. Turistas con la documentación sobre el mostrador y de pronto los mismos turistas, o quizás otros, subiendo al taxi. El trajín del hall, el bullicio de la calle. El botones tirando de un gran carro cargado de bultos, el camión de la basura vaciando ruidosamente los cubos con esa cadencia de golpes repetitivos. El frescor de la climatización, el calor del verano cayendo a plomo sobre Madrid. Su sonrisa en un juego improvisado.

Un ejecutivo estresado acarreando un maletín, una mujer paseando con su bici. El responsable de seguridad despreocupado, un repartidor entorpeciendo el tráfico. El olor que llega de la cocina, la contaminación que lo impregna todo. Carteles que anuncian la permanente conectividad, palomas acechando las migajas de los viandantes. Otra vez ese frescor climatizado, y de nuevo el calor abrasador. Y su sonrisa por las cosas sencillas.

Frases en torpe inglés, gritos castizos sin destinatario. Familias esperando en frías butacas, ancianos al sol en los bancos de la plaza. La entrada a la cafetería desierta, las terrazas de los bares atestadas. Niños con la cabeza hundida en la consola, jolgorio desordenado en el parque infantil. Una mujer trajeada dando explicaciones tras el mostrador, una chica haciendo malabares en una esquina. Su sonrisa perenne que no tiene fin.


Vueltas y más vueltas, realidades contiguas y sin embargo lejanas, separadas por un juego giratorio, dos mundos diferentes que discurren en el mismo, según se miren, si entras, si sales. Y su sonrisa que sigue girando…

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